Ya hemos descubierto que los perros saben cómo nos sentimos debido al área de voz del cerebro, que funciona de forma similar al humano. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Emory (EEUU) ha descubierto que una zona del cerebro canino asociada a la recompensa responde de una forma más contundente a los olores de los seres humanos que les resultan familiares que a los olores de otros seres humanos.
El experimento se basaba en la reacción emocional que tenemos las personas cuando olemos el perfume o la colonia de alguien a quien queremos. Así, se intentó comprobar que en los perros se produce el mismo proceso mediante la captura de imágenes del cerebro de los perros al ser 