Los mayores fraudes científicos de la historia
Un supuesto eslabón perdido en la evolución del hombre, una falsa vacuna contra el VIH, embriones clonados que nunca existieron… Repasamos algunas de las estafas más sonadas en el mundo de la ciencia.
La ciencia, como todo, no está exenta de fraudes, plagios y todo tipo de trampas, como así lo atestigua el portal Retraction Watch, que cada año se hace eco de entre 500 y 600 retractaciones de artículos publicados en prestigiosas revistas científicas. Los motivos que llevan a una editorial a retirar una de sus publicaciones son diversos: uso de datos no confirmados o inventados, copias de otros trabajos, mal uso de la estadística…
A lo largo de la historia de la ciencia se han dado casos de fraudes muy sonados como el del hombre de Piltdown, supuesto eslabón perdido de la evolución, pero las trampas científicas están a la orden del día. Las consecuencias de estos engaños van más allá de la anécdota, ya que crean confusión y entorpecen el avance de la misma. Por ejemplo, y volviendo al hombre de Piltdown: durante los más de 40 años que duró el engaño los antropólogos se encontraron en un callejón sin salida y se llegaron a ignorar importantes hallazgos como los fósiles australopitecos del niño de Taung, inconsistentes con la línea de estudio que abrían los supuestos fósiles británicos.
Además, las estafas en el ámbito de la medicina pueden llegar a ser sumamente peligrosas, ya que en muchas ocasiones los resultados de trabajos fraudulentos se han empleado para elaborar protocolos clínicos y tratamientos para numerosas enfermedades. También pueden sentar la base para movimientos o creencias que suponen un peligro para la salud pública: es el caso de los movimientos antivacunas, que se apoyan, entre otros argumentos, en un trabajo falso que relacionaba el autismo con la administración de la vacuna triple vírica.
El fraude científico también supone un malgasto de fondos destinados a la investigación. Muchos grandes engaños tienen que ver con temas tan candentes y golosos como la clonación, la investigación en células madre o la búsqueda de vacunas y tratamientos contra enfermedades como el sida. Sus autores reciben cuantiosas subvenciones para mantener sus líneas de investigación, y de hecho son muchos los grandes estafadores de la ciencia condenados por malversación de fondos.

¿Por qué se hacen trampas?
¿Qué lleva a un científico a falsear sus datos? Además de la búsqueda de prestigio o el beneficio económico, el tema de los fraudes abre el debate sobre la enorme presión que tienen los investigadores de hoy en día para publicar. Tanto para progresar en su carrera científica como para obtener proyectos y fondos que cubran los gastos de sus investigaciones, el mérito que más peso tiene es el que se refiere a la producción científica. Muchas publicaciones y en revistas de alto impacto, ese es el resumen de un currículum de éxito. Ya lo dice un dicho muy repetido entre los científicos: ‘publish or perish’ (publica o perece).
¿Realmente son las publicaciones lo único que muestra la validez de un científico? Sabemos que la ciencia es un proceso muy lento, que en determinadas áreas los experimentos pueden llevar varios años… y que también existen muchos trabajos que tienen un resultado negativo, que no verifican una nueva hipótesis, y ninguna revista publica esos datos a pesar del enrome esfuerzo e inversión que hay detrás. Por ello, y aunque obviamente nada justifica una trampa, es posible que muchos de los cientos de científicos que falsean sus datos lo hagan como un medio desesperado para poder seguir investigando.
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