La estrategia planteada contra este mal por la Organización Mundial de la Salud busca tratar de prevenir una peligrosa crisis sanitaria global.

El riesgo de que un nuevo virus de la gripe se propague de los animales a los seres humanos y cause una pandemia es constante y real. La cuestión no es saber si habrá una nueva pandemia de gripe, sino cuándo ocurrirá. Debemos mantener la vigilancia y prepararnos, porque el coste de una gran epidemia será muy superior al de la prevención”. Así de taxativo se mostró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, cuando el pasado marzo presentó la estrategia mundial contra la Gripe 2019-2030, la iniciativa más ambiciosa ideada hasta la fecha para tratar de prevenir y combatir esta enfermedad.
Sus palabras están más que justificadas, pues la gripe constituye una de las mayores amenazas para la salud pública mundial: cada año se dan cerca de mil millones de casos, de los que entre 290.000 y 650.000 son mortales. De hecho, fue la causa de la pandemia de 1918, una de las mayores crisis sanitarias de la historia. Las estrategias de la OMS están centradas, precisamente, en evitar un escenario como aquel.
La gripe española
Se estima que entre 1918 y 1920 unos 500 millones de personas sufrieron la llamada gripe española –distintos estudios apuntan que, en realidad, podría haberse originado en Estados Unidos, Francia o China–. Entre 50 millones y 100 millones de ellas fallecieron, casi el 5% de la población mundial. En apenas dos años, causó más víctimas que las que se han atribuido al virus VIH, que provoca el sida desde los años 70 –unos 39 millones de muertes–. Desde entonces, se han dado otras tres pandemias de gripe, en 1957, 1968 y 2009, pero ninguna de la magnitud de la de 1918.
Los expertos de La OMS reconocen que este tipo de brotes son impredecibles. Por ejemplo, en el año 2003 la reaparición en Asia de la cepa A(H5N1) del virus de la gripe aviar mostró que este mal podía transmitirse de animales a humanos. Sin embargo, en esa ocasión no llegó a declarase una pandemia, pues el virus no conservaba la capacidad permanente de contagiarse de una persona a otra.
En 2009, la que causó la cepa H1N1 de la gripe porcina, que comenzó en México, se propagó rápidamente por todo el mundo. Se estima que murieron entre 105.000 y 395.000 afectados. Aunque algunas epidemias de gripe estacional pueden ocasionar aún más muertes, este caso convenció a las autoridades sanitarias de que estábamos mal preparados para responder con eficacia a este tipo de casos.
En 2011, los 194 Estados miembros de la OMS crearon el Marco de Preparación para una Gripe Pandémica –también conocido como Marco de PIP– para reforzar el intercambio de virus gripales potencialmente pandémicos a través de una red de laboratorios, lo que permite estudiarlos en detalle, y promover el acceso a las vacunas, especialmente de los países en desarrollo, para hacer frente a posibles amenazas. La OMS selecciona las cepas vacunales dos veces al año; una para la temporada de gripe en el hemisferio norte y otra para la del hemisferio sur.
Un plan planetario contra la gripe
La última estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la más completa y de mayor alcance que se ha desarrollado hasta la fecha para contener este virus. Para ello, no solo se pretenden fortalecer los mecanismos de prevención ya existentes, sino fijar unas directrices que permitan mejorar la respuesta de cada país a una pandemia.
En esencia, el planteamiento de la OMS tiene dos objetivos. El primero consiste en mejorar los sistemas de vigilancia y respuesta, así como la prevención, el tratamiento y los medios que permitan prepararse para futuras crisis. Para lograrlo, cada país debe elaborar un programa específico adaptado a sus necesidades que también contribuya a la seguridad sanitaria mundial.
El segundo es diseñar mejores instrumentos para prevenir, detectar, controlar y tratar la gripe, desde vacunas hasta antivirales, y garantizar que todos los países tengan acceso a ellos. Como señala el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, gracias a las alianzas y a las medidas adoptadas en los últimos años, nunca antes habíamos estado tan preparados para afrontar la próxima pandemia. No obstante, aún no es suficiente. “Es necesario que el Marco de PiP –la herramienta que reúne a las administraciones, la industria y la OMS para dar una respuesta global– continúe funcionando eficazmente para facilitar el acceso a vacunas y a los tratamientos y ayude a los países a prepararse frente a la gripe pandémica a través de las contribuciones de los fabricantes”
La opinión del experto
Raúl Ortiz de Lejarazu es jefe del Servicio de Microbiología e Inmunología del Hospital Clínico de Valladolid.
“Lo cierto es que no estamos suficientemente preparados para afrontar una pandemia de gripe, ya que hay que tener en cuenta que la organización para contener un fenómeno de este tipo tiene que ser global; no solamente en los países ricos, sino también en los de recursos más limitados. El talón de Aquiles en esta situación es la disponibilidad de vacunas: los países productores siempre son los primeros en acceder a ellas, mientras que los que se encuentran en vías de desarrollo suelen ser los últimos.
Además, no es posible saber qué cepa de la gripe va a circular, por lo que, en caso de pandemia, la vacuna tardará entre cuatro y cinco meses en fabricarse. En los primeros momentos, únicamente podremos disponer de medicamentos antivirales. Por eso, mientras se fabrica la vacuna es necesario adoptar medidas de contención, como diagnosticar a las personas, tratarlas y aislarlas. En cada siglo suelen registrarse tres de estas crisis. En este ya se ha dado una, pero, según la OMS, es posible que antes de 2030 tenga lugar otra”.
Por: Sandra Pulido
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